Los Carnavales son las fiestas de invierno más
importantes. Comenzaban el domingo de Cuaresma (aunque el jueves lardero
marcaba el inicio) y terminaban el miércoles de ceniza. Representaban el
renacer del ciclo vital de la naturaleza, materializado en los disfraces. La
fiesta en si misma, suponía la subversión de la normalidad: el disfraz, el
cambio de papeles, la liberación sexual, las comilonas, la crítica política y
social eran componentes fundamentales de esta celebración.
Capotes, ensabanaus con l'onso, potraires, mascaretas,
sembradores,… entraban en casas y bodegas. Daban buena cuenta de la conserva
del cerdo, de las chullas, longanizas, abadejos, pucheros, … esculaban toneles
y cubas de vino. De noche, todos los disfrazados se juntaban para bailar al son de un organillo sin saber que, su pareja podía bien ser un
hombre de su cuadrilla vestido de mujer. Finalizado el baile, aún rondaban por
las casas buscando vecinos deseosos de continuar la fiesta.
Celebración del Carnaval tradicional de Salas Altas. De izda. a dcha.: capote, l'onso, potraires, mascareta, sembradora y ensabanaus (de blanco)
Ros Cariños o Reyes del Carnaval tomaban las calles (Prin en Colungo o Cupidos en Buera). Eran
dos muñecos (uno por cada sexo) rellenos de paja que presidían todos los actos
y que se transportaban en un cañizo. Su condición de reyes burlescos se
incrementaba con explícitas referencias sexuales. El que tenía aspecto masculino contaba con un gran pene
y la mujer tenía su sexo manchado simulando una menstruación. Les hacían
unirse, les manteaban y el martes de carnaval les quemaban en una hoguera, tras pasearlos en procesión en medio de rezos
irreverentes. Esta singular procesión era encabezada por un cura y sus
monaguillos en clara mofa al estamento eclesiástico. Los cariños eran una burla
del poder y una incitación al gozo sexual.
La ronda acompañaba a los Cariños mientras recorrían el pueblo y hasta que su "reinado" acababa entre las llamas.
La ronda acompañaba a los Cariños mientras recorrían el pueblo y hasta que su "reinado" acababa entre las llamas.
En 1937 se prohibió la celebración del Carnaval en toda España, lo que supuso el final de esta ancestral fiesta en nuestros pueblos.
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