martes, 13 de enero de 2015

PEDRO ARNAL CAVERO, ESTUDIOSO DEL HABLA DEL PARQUE CULTURAL.

Nació en Belver de Cinca en 1885 y falleció en Zaragoza en 1962. Su padre fue trasladado a Alquézar siendo él un niño para ejercer de maestro y esta localidad somontanesa le marcó tan profundamente, que siempre la tuvo como su pueblo.
Estudió Magisterio en Huesca y Zaragoza. Opositó y obtuvo su primera escuela en Artajona (Navarra), y sucesivamente en Teruel, Santander y, al fin, en Zaragoza, donde dirigió la escuela «Santa Marta» y luego la «Joaquín Costa».
Maestro modelo, conseguía de los niños disciplina y cariño por su carácter firme, vasta cultura y vida ejemplar. Daba suma importancia al cultivo de la inteligencia y a la educación moral; obligaba al razonamiento y a la reflexión por medio de preguntas socráticas, y proponía a los alumnos ejemplos de la vida diaria conducentes a su edificación moral: solía llevarlos al cercano bosque para extirpar procesionarias del pino y aprovechar las lecciones ocasionales que con ello se presentaban. Solía advertir: «Corrige, reprende; pero después acaricia».
Mediante certificados de aptitud obtuvo varias veces bolsa de viaje para el extranjero. En Francia conoció a Sluys, profesor de la Normal de París y creador de la Escuela Modelo, enemiga de la rutina en el estudio; con Sluys mantuvo amistad. Apasionado por los ideales de Costa y admirador de la naturaleza, fue también escritor, de estilo fluido, ameno y persuasivo.
Escribió varias obras pedagógicas y de lecturas infantiles (Cartilla escolar, Lecturas para niños con dibujos de sus propios alumnos, Lecturas estimulantes). Gran defensor de los animales y plantas, escribe Por los seres indefensos (1960). Otra de sus constantes en su obra fue Aragón. Aficionado al montañismo, caza, pesca, fútbol (fue directivo del Zaragoza durante muchos años), recorrió el Alto Aragón palmo a palmo y plasmó sus impresiones y noticias costumbristas en las colaboraciones que realizó para el Heraldo de Aragón durante unos cincuenta años. (Del ambiente y de la vida es una recopilación de sus artículos más interesantes.) Colaboró también en la revista Aragón y dio numerosas conferencias. Ingresó como consejero de la Institución Fernando el Católico con la disertación «Consideraciones intrascendentes sobre Aragón y su historia». Cronista fiel de las tierras y las gentes altoaragonesas, recogió no sólo impresiones paisajísticas, sino costumbristas, de gran valor etnográfico y lingüístico; así, en Aragón en alto (1940) y Aragón de las tierras altas (1955), en los que incluye varios capítulos en el aragonés del Somontano de Barbastro, por lo que se puede considerar uno de los pocos cultivadores literarios de esta variedad. Contribuyó, además, al estudio del aragonés con sus valiosas recopilaciones Vocabulario del Alto-aragonés (de Alquézar y pueblos próximos) (1944) y Refranes, dichos, mazadas... en el Somontano y montaña oscense (1953), uno de los pocos repertorios de aforismos, frases hechas y refranes en aragonés. A su muerte fue nombrado hijo adoptivo de Alquézar.

Y es esta localidad del Parque Cultural la que en parte protagoniza el libro Somontano en Alto. Escritos (1946-1959) e inéditos. En este libro se plasma una parte de nuestro rico patrimonio inmaterial y de una forma de hablar propia de los pueblos de la zona norte del Somontano.