jueves, 7 de mayo de 2020

DESCUBRIENDO EL PATRIMONIO.


DOMINICA LA COJA. De leyenda a triste realidad
Desde tiempos inmemoriales, en el Parque Cultural del Río Vero, se relatan diversas leyendas sobre brujería, encantamientos o hechizos. En pleno cañón del Río Vero, La Cueva de la Mezquita o de Lucien Briet era, según la tradición popular, un lugar en el que se practicaban rituales y aquelarres. Y cerca de allí, en el Tozal de Asba, se cuenta que las brujas celebraban sus aquelarres cantando y bailando desenfrenadamente.
En el curso bajo del río Vero encontramos la localidad de Pozán de Vero, donde entre otras historias de brujas, se cuenta especialmente la de una vieja curandera, Dominga Ferrer, conocida como Dominica la Coja, inmortalizada en la memoria popular.
Esta mujer, gran conocedora de las plantas medicinales, preparaba remedios para aliviar las dolencias de sus vecinos como el reuma o la sarna. Ejercía de partera y sanadora del pueblo, la medicina, en aquel entonces, estaba reservada para las personas de la corte.
Del siglo XV al XVII se creía que la brujería era uno de los males de la Cristiandad y se diferenciaba de la hechicería tradicional por la intervención del diablo. Eran tiempos inciertos en los que la ignorancia y la incultura propiciaban la superstición y la atribución de todo aquello que se desconocía a fuerzas sobrenaturales y a prácticas esotéricas. Las mujeres solteras y viejas y otros colectivos clandestinos o socialmente débiles se convirtieron en un blanco perfecto.
La caza de brujas llegó a este pueblo del Somontano y los hechos acaecidos están perfectamente detallados en el Archivo Provincial de Zaragoza.
Tras la creación de contrafueros que permitían juzgar los delitos sin pruebas, Dominica la Coja, en un juicio civil, los mismos vecinos que habían acudido a ella cuando la necesitaban, la acusaron de bruja y de ser la causante de todas sus desgracias. Fue torturada y entregada a la Inquisición, en la Aljafería de Zaragoza, donde varios testigos la acusaron, esta vez bajo juramento, de agriar el vino, de extraer venenos a sapos y culebras, de matar a las caballerías y a niños, de untarse las axilas y volar sobre sarmientos a las eras de Tolosa, de pactar y tener relaciones carnales con el Diablo…
Después de un doloroso proceso en la que le hicieron confesar todo tipo de atrocidades aplicándole todo tipo de torturas y vejaciones, fue ajusticiada en la horca el año 1.535. Unos dicen que llegó en tal estado que no se enteró de su triste final y otros que, si llegó a darse cuenta, posiblemente lo agradeciera.
Si se quiere saber más de los pormenores de esta historia real lo mejor es acudir al libro de la autora Carmen Espada Giner, Dominica La Coja. Una vida maldita, un triste destino, de la Colección Manuscritos de la Inquisición, publicado por Certeza, 1997, en él narra de forma novelada y con un fondo poético, este proceso respetando la transcripción íntegra del juicio.