viernes, 3 de abril de 2020

DESCUBRIENDO EL PATRIMONIO.

Soy singular y monumental.
El frío, la tierra, el agua, el viento y el sol han forjado mi espíritu.
Tengo muchos, muchos años… tantos que desde mi humilde rincón he visto cosas que muchos de vosotros no creeríais.
He visto el trabajo y el esfuerzo de las gentes de mi tierra.
He dado cobijo a innumerables y diversas criaturas.
He sido testigo de acuerdos judiciales, de pactos entre pueblos y bodas…
Tengo varios nombres y uno de ellos, dicen que da nombre también al pueblo donde vivo.
Soy muy conocida en todo Aragón y mucha gente de varios sitios y con diferentes lenguas vienen, como nos gusta decir aquí, de propio a visitarme.
Tengo frutos tan dulces o más que las castañas por eso me llaman también La Castañera (o Castañeda).
Y tengo esta hermosa leyenda:
Hace muchos años, yo era muy joven, mi pueblo estuvo rodeado de impenetrables carrascales que servían de refugio a animales salvajes y temidas brujas. Los árboles del bosque se alegraban porque así las gentes no entraban en él a recoger leña, bellotas, hojas…Pero yo estaba muy disgustada al ver que el bosque gozaba de muy mala fama.
Eran frecuentes mis discusiones con los demás árboles. Las brujas cansadas de oír mis protestas, decidieron marcharse. Antes quisieron agradecer a las carrascas más viejas el apoyo prestado, concediéndoles lo que desearan. Un grupo de árboles quisieron que sus ramas y hojas fueran de oro, otros desearon desprender los más deliciosos perfumes, y otros que sus hojas fueran del cristal más puro. Sólo yo quise continuar siendo igual.
Tras la marcha de las brujas, se desató una gran tormenta de viento y granizo, provocando la rotura de los árboles de cristal. Otro día, un rebaño se comió las hojas aromáticas y finalmente, los árboles de oro no tardaron en ser desmenuzados por los ladrones.
De aquel inmenso bosque tan solo sobreviví yo y desde entonces todos me respetaron y me dejaron crecer.

Apuesto que muchos de vosotros ya sabéis quién soy y todos habéis descubierto que soy un árbol, una encina o también llamada carrasca.
Soy la Carrasca de Lecina, uno de los árboles singulares y monumentales de Aragón y me atrevo a decir que una de las encinas milenarias más grandes de la Península Ibérica. Estoy en Lecina (municipio de Bárcabo), uno de los pueblos más bellos y con más encanto de la comarca oscense del Sobrarbe. Formo parte de la vegetación del Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara y del corazón del Parque Cultural del río Vero. Cerca de mí nuestros antepasados nos dejaron uno de nuestros más preciados legados, un conjunto de pinturas rupestres, incluido dentro del Patrimonio Mundial del Arte Prehistórico del Arco Mediterráneo.
Mis medidas son: 16,5 m de altura, 6,10 m de perímetro del tronco y 28 m, el diámetro de mi copa. Vosotros mismos podéis valorar y para ello no hay nada mejor que acercarse a conocerme y cobijarse bajo la sombra de mis ramas y hojas…cuando todo acabe, aquí seguiré.
Os espero.