lunes, 29 de septiembre de 2014

CATEDRAL DE BARBASTRO. JOYA DEL PARQUE CULTURAL.



El solar en donde hoy se alza la Catedral de Ntra. Sra. de La Asunción, fue un lugar sagrado desde al menos el siglo X, pues aquí se encontraba la mezquita aljama. Cuando la musulmana ciudad de Barbastro, capital de la Barbitaniya, cayó en manos de un ejército cristiano a las órdenes de Pedro I de Aragón, la mezquita fue consagrada como iglesia y sede episcopal (5 de mayo de 1101).
Más tarde se construiría aquí una iglesia de nueva planta que a principios del siglo XVI, se encontraba en estado ruinoso. Aquella iglesia además, había quedado pequeña para acoger a la población en aumento, que rondaba ya los 3.000 habitantes.
El edificio, de grandes dimensiones, tiene planta de salón: las tres naves presentan la misma altura dando lugar a un espacio interior unitario y diáfano, equilibrado y a la vez majestuoso. Los nervios de las bóvedas de crucería decoradas con 485 espléndidas rosas de madera policromada y dorada que le dan la apariencia de un cielo estrellado, apean en esbeltos pilares de unos quince metros de altura. Cada una de ellas está decorada con un escudo de la Ciudad, que patrocinó la obra.
Una vez acabada la obra se encargó un gran retablo, que se ejecutaría en dos etapas, con una interrupción entre ambas de casi cuarenta años. El basamento de alabastro policromado (1538 y 1560) se encargó al mejor escultor del renacimiento aragonés, Damian Forment. A su muerte, lo finalizó su discípulo, Juan de Liceire. 
Nuevas capillas enriquecieron el templo a partir del siglo XVII, de entre las que destacan las de los pies, obras del barroco pleno ya del siglo XVIII. Persiguen una arte total, en el que la decoración y la escultura se funden e integran con la arquitectura. 
La torre se levanta exenta al norte de la cabecera, quizá porque en origen se debió reutilizar el alminar de la mezquita como campanario. A fines del siglo XIII o comienzos del XIV, ese minarete debió ser sustituido por una torre medieval (hasta la segunda moldura). En 1610 Pedro de Ruesta rehabilitó las partes más dañadas de la estructura medieval y le añadió un cuerpo más de sillería al exterior y ladrillo al interior, al modo de una torre interior. La reconstrucción del chapitel en el siglo XVIII le proporcionó su aspecto definitivo. El sonido de sus campanas ponía en marcha la vida de la ciudad y llamaba a la oración, pero además de funciones civiles y religiosas, se utilizó como atalaya y sirvió como refugio en varias ocasiones.

Para saber más: http://www.turismosomontano.es/es/que-ver-que-hacer/lugares-con-historia/monumentos/catedral-barbastro.