El inexorable paso del tiempo ha hecho mella en el cañón del Vero, en especial en aquellas zonas más humanizas. A las imágenes sobre estas líneas les separan 110 años. A la izquierda una fotografía de Lucien Briet (1906) y a la derecha, otra tomada desde el mismo punto de Nacho Pardinilla de 2016.
La vegetación se ha apoderado de la ribera del río, de los viejos huertos... El molino y la casa del molinero están en ruinas mientras que arbustos y árboles como chopos o fresnos avanzan al no haber ya ganado que pastoree la zona.
La cabecera del Vero es un territorio muy despoblado, lo que unido a nuevos modos de vida, lleva al deterioro de enclaves tan espectaculares como este.
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