El frío, la tierra, el
agua, el viento y el sol han forjado mi espíritu.
Tengo muchos, muchos
años… tantos que desde mi humilde rincón he visto cosas que
muchos de vosotros no creeríais.
He visto el trabajo y el
esfuerzo de las gentes de mi tierra.
He dado cobijo a
innumerables y diversas criaturas.
He sido testigo de
acuerdos judiciales, de pactos entre pueblos y bodas…
Tengo varios nombres y
uno de ellos, dicen que da nombre también al pueblo donde vivo.
Soy muy conocida en todo
Aragón y mucha gente de varios sitios y con diferentes lenguas
vienen, como nos gusta decir aquí, de propio a visitarme.
Tengo frutos tan dulces o
más que las castañas por eso me llaman también La Castañera (o
Castañeda).
Y tengo esta hermosa
leyenda:
Hace muchos años, yo
era muy joven, mi pueblo estuvo rodeado de impenetrables carrascales
que servían de refugio a animales salvajes y temidas brujas. Los
árboles del bosque se alegraban porque así las gentes no entraban
en él a recoger leña, bellotas, hojas…Pero yo estaba muy
disgustada al ver que el bosque gozaba de muy mala fama.
Eran frecuentes mis
discusiones con los demás árboles. Las brujas cansadas de oír mis
protestas, decidieron marcharse. Antes quisieron agradecer a las
carrascas más viejas el apoyo prestado, concediéndoles lo que
desearan. Un grupo de árboles quisieron que sus ramas y hojas fueran
de oro, otros desearon desprender los más deliciosos perfumes, y
otros que sus hojas fueran del cristal más puro. Sólo yo quise
continuar siendo igual.
Tras la marcha de las
brujas, se desató una gran tormenta de viento y granizo, provocando
la rotura de los árboles de cristal. Otro día, un rebaño se comió
las hojas aromáticas y finalmente, los árboles de oro no tardaron
en ser desmenuzados por los ladrones.
De aquel inmenso
bosque tan solo sobreviví yo y desde entonces todos me respetaron y
me dejaron crecer.
Apuesto que muchos de
vosotros ya sabéis quién soy y todos habéis descubierto que soy un
árbol, una encina o también llamada carrasca.
Soy la Carrasca de
Lecina, uno de los árboles singulares y monumentales de Aragón
y me atrevo a decir que una de las encinas milenarias más grandes de
la Península Ibérica. Estoy en Lecina (municipio de Bárcabo), uno
de los pueblos más bellos y con más encanto de la comarca oscense
del Sobrarbe. Formo parte de la vegetación del Parque Natural de la
Sierra y Cañones de Guara y del corazón del Parque Cultural del río
Vero. Cerca de mí nuestros antepasados nos dejaron uno de nuestros
más preciados legados, un conjunto de pinturas rupestres, incluido
dentro del Patrimonio Mundial del Arte Prehistórico del Arco
Mediterráneo.
Mis medidas son: 16,5 m
de altura, 6,10 m de perímetro del tronco y 28 m, el diámetro de mi
copa. Vosotros mismos podéis valorar y para ello no hay nada mejor
que acercarse a conocerme y cobijarse bajo la sombra de mis ramas y
hojas…cuando todo acabe, aquí seguiré.